Cuando hablamos de ahorrar podemos estar haciéndolo de las dos dimensiones que rodean a este término. Por un lado de un ejercicio global consistente en someter todos tus gastos a un análisis exhaustivo, y por otro lado, de una acción consistente en no gastar parte de tus ingresos y guardarlos o destinarlos a otras acciones que sean beneficiosas para la economía del individuo.
Si acudimos al diccionario de la Real Academia de la lengua encontramos las siguientes acepciones de la palabra ahorrar:
- Reservar alguna parte del gasto ordinario.
- Guardar dinero como previsión para necesidades futuras.
- Evitar un gasto o consumo mayor.
Ahorrar como ejercicio diario
El ahorro debe ser una filosofía del día a día, cuya meta sea disponer de una vida relativamente tranquila en el ámbito económico. Por eso, en primer lugar debemos someter todos nuestros gastos a un concienzudo escrutinio cuyo resultado sea siempre la opción más beneficiosa para nuestros bolsillos.
¡Ojo! que ahorrar no es siempre comprar lo más barato, sino que debe pensarse en un medio o largo plazo. Por ejemplo, cambiamos las ruedas del coche y le colocamos unos neumáticos medios pues pensamos que con ello estamos ahorrando. Sin embargo, el uso que le damos a nuestro vehículo es diario.
Lo utilizamos para ir a trabajar, para recoger a los niños del colegio, incluso para nuestras salidas de fin de semana. Al poco tiempo el desgaste de los neumáticos será importante y tendremos que volver a cambiarlos en un plazo corto. Mientras unos neumáticos de calidad máxima pueden durarte años.
Por tanto, como vemos, el ahorro es relativo. Has ahorrado puntualmente, pero si ampliamos miras, en un periodo más amplio, no has ahorrado sino que además has gastado más.
Ahorro como sinónimo de guardar
Cuando tenemos la posibilidad de destinar parte de nuestros ingresos al ahorro, esa oportunidad debe aprovecharse de la mejor manera posible. Vamos a ver qué posibilidades existen de ahorrar.
1. Una posibilidad muy interesante pueden ser las cuentas ahorro. Son cuentas que podemos abrir en las entidades bancarias, en las que periódicamente transferiremos una determinada cantidad. Estas cuentas están sujetas a rentabilidad, de manera que el dinero que aportes a esa cuenta irá creciendo.
2. Los planes de pensiones: Es un ahorro a largo plazo. El complemento a las pensiones públicas es una opción cada vez más extendida en nuestro país. La evolución del sistema de pensiones es imprevisible y estos planes pueden significar tener una jubilación tranquila.
3. Los depósitos crecientes: Los depósitos bancarios son una opción muy recomendable si la cantidad inicial a aportar es elevada. Además existen algunos que permiten imposiciones posteriores, es decir, dan la opción de ir incluyendo dinero al depósito.
4. Fondo de emergencia: Es una forma rudimentaria de ahorrar, pero hay mucha gente que no está dispuesta a que su dinero esté en ningún sitio y prefieren ser ellos los custodios del mismo, con el riesgo que esto implica, pero también con alguna ventaja como la disponibilidad inmediata y el no sometimiento a la situación económica de una entidad.
5. La inversión como ahorro: Hay quien ve en la inversión una manera de ahorrar. Aunque obviamente es una opción que implica unos riesgos muy elevados. Se trataría de invertir en valores o bienes cuya rentabilidad sea estable, pero esto es muy relativo. Nadie puede conocer el comportamiento de la rentabilidad de ningún valor o bien en un futuro ni siquiera próximo. Por ejemplo hay quien durante la crisis ha destinado sus ahorros a la adquisición de oro por la alta rentabilidad que este metal ha llegado a alcanzar, pensando posteriormente en recuperar su inversión a través de una venta beneficiosa.
Por tanto, el ahorro es guardar, pero también supone no gastar más de lo debido e incluso si lo hacemos muy bien, podremos disponer de algo de dinero que podremos destinar de nuevo al ahorro.